El alcoholismo es una patología que se caracteriza por un consumo excesivo de alcohol durante un tiempo prolongado, de tal modo que el paciente acaba desarrollando una fuerte dependencia hacia dicha sustancia. La dependencia alcohólica termina por afectar gravemente a la vida familiar y laboral de quien la sufre.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) señala que el consumo de riesgo se sitúa entre los 40-60 gramos de alcohol puro al día en el caso de los hombres, y en 20-40 gramos al día en el caso de las mujeres.
El abuso de alcohol acarrea un sinfín de problemas de salud y es un factor causal en alrededor de 200 enfermedades, que van desde cáncer y enfermedades hepáticas, hasta gastritis, problemas cardiovasculares, apoplejía o diabetes. A nivel mental, el alcoholismo también va asociado a males como la depresión, la ansiedad, la epilepsia, la demencia o la psicosis.
El riesgo de volverse dependiente al alcohol reside principalmente en los adultos jóvenes, en los individuos que tienen baja autoestima y sufren una depresión, y en aquellas que tienen un trastorno bipolar o que padecen esquizofrenia.
Algunos de las señales que permiten detectar el alcoholismo que sufre una persona son los siguientes:
– Inventa excusas para beber.
– Falta al trabajo debido al alcohol.
– Bebe sin ninguna compañía.
– Tiembla después de estar un periodo de tiempo sin beber alcohol.
– El individuo se pone violento y tenso cuando bebe y cuando se le pregunta por la bebida.
– Sigue bebiendo a pesar de los problemas evidentes que esto le ocasiona.
Estos síntomas son la antesala de unas consecuencias graves que se traducen en marginación social, pérdida de amistades, ruptura de pareja, problemas en el trabajo, endeudamiento e incluso en delitos con pena de prisión.
En muchas ocasiones, quienes sufren de alcoholismo no quieren reconocer su situación y no son capaces de ver que tienen un problema. Para poder tratar la enfermedad es importante conseguir concienciarles sobre los riesgos que supone el alcohol para la salud y hacerles ver que beben una cantidad de alcohol excesiva.
Dejar atrás la adicción y la dependencia es una tarea complicada a nivel físico y mental. La abstinencia del alcohol puede llegar a ser mortal, por lo cual el proceso de dejar la bebida debe ser controlado por un médico. El tratamiento no está dirigido en sí a eliminar la dependencia, si no a reducir el consumo de alcohol y en potenciar la capacidad de decisión del paciente para consumir o no consumir.
El alcoholismo puede disfrazar otros problemas como la ansiedad y la depresión, y por lo tanto, al reducir el consumo se acentúan los síntomas de estas patologías, con lo cual tendrán que ser consideradas a la hora de tratar al paciente.
En los últimos años se han producido avances en los tratamientos, y es por esto que cada vez es menor la concesión de incapacidades laborales debido al alcoholismo. La incapacidad permanente se otorga principalmente a pacientes con casos de alcoholismo crónico que presentan resistencia a los tratamientos, aunque también a aquellos cuyo desempeño profesional pueda suponer un peligro.
Por otro lado, aparece el riesgo de ser despedido por el abuso de alcohol. Algunas profesiones como las de conductor de transporte público o de transporte de mercancías peligrosas, prohíben expresamente el estar bajo los efectos del alcohol durante el horario de trabajo, de tal modo que si se incumple esta norma se romperá el contrato y quedará justificado el despido. En otras profesiones, se podrá efectuar un despido disciplinario si la embriaguez es habitual y repercute de forma negativa en el trabajo.
Además, si un trabajador se encuentra en estado de embriaguez en el momento en que sufre un accidente laboral, se considerará que se ha producido una imprudencia temeraria del trabajador y, en consecuencia, quedará excluido del derecho a la prestación por accidente de trabajo.
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