La artritis es una enfermedad degenerativa que afecta a las articulaciones, inflamándolas, desgastándolas y reduciendo su movilidad. Esta patología tiene una repercusión negativa tanto en la vida diaria como en la capacidad de trabajo de quien la padece, y al ser de carácter crónico, en muchas ocasiones acaba desembocando en una https://www.grupomedicodurango.com/perito-medico-incapacidad/.
Las principales articulaciones dañadas por la artritis son las de las manos, las muñecas y los pies, las de las rodillas, la cadera, los hombros y los codos.
En España hay más de 255.000 personas que sufren artritis, siendo las mujeres las más propensas a padecerla. En otros países como EE.UU, la cifra asciende a los 46 millones, o lo que es igual, alrededor de un 15% de la población estadounidense padece la enfermedad.
La práctica de deportes como el voleibol, el fútbol y el baloncesto favorecen la aparición de artritis, al igual que las actividades laborales relacionadas con la agricultura, la industria, o aquellas que impliquen un movimiento que fuerce las articulaciones de manera repetida.
Hay numerosos tipos de artritis, sin embargo, los más comunes son la artritis reumatoide y la osteoartritis. La osteoartritis es la más común y se debe principalmente al desgaste producido en las articulaciones como consecuencia de la vejez. Por su parte, aunque la artritis reumatoide es de causa desconocida, se sabe que es autoinmunitaria, es decir, el sistema inmunitario ataca a los tejidos sanos, provocando una acumulación del fluido de las articulaciones y dando lugar a una inflamación que conduce al daño articular.
La artritis reumatoide suele aparecer entre los 30 y los 40 años de edad, y no solo afectando a las articulaciones, sino que también daña otras partes del cuerpo. Puede causar anemia, inflamación ocular, inflamación de los vasos sanguíneos, enfermedades cardiacas, gingivitis, síndrome del túnel carpiano y enfermedades respiratorias como la fibrosis pulmonar.
Algunos de los síntomas de la artritis reumatoide son los siguientes: dolor articular, hinchazón, dificultad para mover una articulación, hipersensibilidad y fatiga.
Diagnosticar y tratar la enfermedad a tiempo es muy importante para mantener el nivel de calidad de vida. No existe cura como tal para la artritis, pero sí tratamientos de gran efectividad que alivian el dolor y reducen la inflamación para frenar el daño de las articulaciones.
El tratamiento está formado por fármacos sintomáticos (analgésicos, antiinflamatorios, etc.) y modificadores de la enfermedad (metotrexato, leflunomida, agentes biológicos, etc.), y deben ir acompañados de un cambio del estilo de vida. Se debe llevar a cabo una combinación conveniente de actividad física moderada, descanso y dieta saludable.
La artritis provoca con el tiempo grandes limitaciones a nivel de movilidad. En consecuencia, las personas con trabajos que requieren esfuerzo físico pueden ser susceptibles de una incapacidad permanente total o absoluta en una fase más o menos avanzada de la enfermedad. Esta condición también podría ser aplicada a personas con un deterioro evidente que les impida caminar o mantenerse de pie.
Por último, es importante destacar que la artritis no está recogida en el cuadro de enfermedades profesionales del sistema de la Seguridad Social. El único caso relacionado reconocido como enfermedad profesional es la osteoartritis provocada por vibraciones mecánicas propias del puesto de trabajo.
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