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efectos del parkinson

la enfermedad del parkinson

La enfermedad de Parkinson es un trastorno neurodegenerativo crónico que afecta a la parte del sistema nervioso central responsable del sistema motor, lo que se traduce en una pérdida progresiva del control y la coordinación de los movimientos.

Se calcula que en España sufren Parkinson alrededor de 120.000 personas. La edad es uno de los mayores factores de riesgo para desarrollarla, tanto es así que los estudios indican que la edad media de inicio de la enfermedad se sitúa en los 60 años. No obstante, no es una enfermedad exclusiva de la vejez, pues un pequeño porcentaje de los enfermos de Parkinson lo desarrollan por debajo de los 50 años, y también han aparecido extraños casos de Parkinson juvenil en los que se han manifestado los síntomas de la enfermedad antes de los 20 años de edad.

El Parkinson es idiopático, es decir, no se conoce la causa que lo origina. Las teorías y las investigaciones actuales giran en torno a la búsqueda de combinaciones de factores genéticos y ambientales junto a la edad. Se cree que podría existir un componente hereditario, o que podría tener relación con la exposición a determinadas toxinas como el polvo de manganeso o el monóxido de carbono.

Los síntomas son consecuencia de la degeneración de unas neuronas que se hallan en un núcleo denominado “sustancia negra” que se encuentra en la zona comprendida entre el cerebro y la médula espinal. La muerte de esas neuronas provoca que deje de producirse el neurotransmisor llamado dopamina, dando lugar a los síntomas propios del Parkinson.

La esperanza de vida de los pacientes de Parkinson es de entre 10 y 15 años desde que comienzan los síntomas. Éstos empiezan siendo muy leves y en la mayoría de los casos se dan en un solo lado del cuerpo. Los primeros síntomas en manifestarse son el dolor articular y la dificultad para realizar algunos movimientos, pese a que con el tiempo se van agravando y aparecen los síntomas principales, que son los temblores, la pérdida de equilibrio, la rigidez muscular, la pérdida de expresión facial y la lentitud en los movimientos. A estos se les puede sumar otros como depresión, demencia,  dificultad para comer, insomnio y dificultad de habla.

No existe cura para el Parkinson, pero sí que existen tratamientos para frenar su desarrollo y sostener la calidad de vida del paciente durante el máximo tiempo posible. La dopamina no puede administrarse ya que es imposible que pase la barrera entre la sangre y el cerebro, sin embargo, hay fármacos como la levodopa que favorecen su producción y retrasan el deterioro. A la medicación se le suma ejercicio físico, terapias (logopedia, terapia ocupacional, fisioterapia, etc.) y apoyo emocional.

 

Al ser una patología neurodegerativa es a su vez altamente incapacitante. Los efectos del Parkinson pueden dar lugar a una incapacidad permanente, sobre todo para trabajadores que requieran conducir vehículos o manejar herramientas con precisión.

Con el tiempo, el deterioro cognoscitivo puede dar lugar a que un juez determine la incapacitación del paciente si así es solicitado, limitando su autonomía y su capacidad para la toma de decisiones importantes.

La demencia asociada al Parkinson es producto de diversas alteraciones cognitivas como la lentitud de procesamiento de información, los fallos en el almacenamiento de la información y la dificultad para ejecutar operaciones mentales, lo que altera la capacidad para llevar a cabo funciones de organización y planificación, y deteriora la capacidad para tomar decisiones cotidianas.

El conjunto de todas las trabas del paciente en una fase avanzada de la enfermedad provoca una gran ansiedad y frustración, haciendo frecuente la aparición de cuadros depresivos y conflictos familiares.

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